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Si este atractivo deporte es, o parece, difícil aprenderlo -para algunos- hoy podemos decir que, cada vez es más difícil escribir sobre el desarrollo de este deporte, pues han pasado muchas olas desde que, casi, paralelamente a la llegada de cuatro aventureros deportistas -Álvaro Abarca Rocabado, Miguel y Cristian Mandry y Pat Irarrázaval- estuvimos conociendo cómo este deporte, a la par de la práctica de éstos, unos contados pichileminos, tímidamente, empezaron a incursionar en él.

Leyendo acerca de estos inicios, encontré un artículo donde Pat contaba que habían llegado en el curso de 1983. Fecha que rectifico, pues conversando con otro de aquellos deportistas, éste me contó que fue en el año '84. Meses más, meses menos.

Pero, para ser justo, es necesario señalar que hacia finales de los años '60, apareció un gringo -el que diversos pichileminos que le vieron- lo describieron como “barbón, alto, chascón, desgreñado”, al que tardamos años en conocerle el rostro. Y, saber exactamente dónde estuvo residiendo durante los meses de permanencia en Pichilemu. Y, donde no dejó de admirar a quienes lo veían caminar a veces con short y polera, con una larga tabla con dirección a la playa. Y, los hombres de mar, que lo vieron varias veces introducirse solo con short y tabla a las heladas aguas, remar hacia las olas y subirse a las tablas. Algo que jamás habían visto ...; a lo más, quizás en el Cine Royal.

Finalmente, el gringo enigmático -cuyo nombre no lo recuerda ningún pichilemino- se fue después de meses y nunca más volvió. Tampoco se sabe si tras la vuelta su país, lo difundió, si comentó su paso por nuestras olas .... ¡¡Quizás sí, quizás no!!

Felizmente, después de poco más de dos lustros, si lo hicieron la troupe de deportistas chilenos -entre ellos uno de los pioneros en el país, en su práctica- quienes reportaron a revistas especializadas “el paraíso de olas” que habían descubierto en Pichilemu. En tanto, lo difundieron a sus amigos y a los deportistas nortinos que habían conocido en su recorrido.

De hecho, en sus casi cuatro años que permanecieron, el líder -Álvaro Abarca- organizó tres campeonatos, cada año con más convocatoria donde en los dos últimos -apoyamos difundiendo a través del Diario La Tercera- éstos, de característica nacionales abiertos, años '86 y '87.

Tras ellos, Álvaro emigra a otro lugar y, los deportistas pichileminos -la semilla del surf- piden apoyo para organizar un nuevo campeonato y ayudar a que contribuya a activar la economía local en meses bajos. Es así, como logran el sí de jóvenes pichileminos -ajenos al deporte, pero con deseos de contribuir a ese objetivo y forman un grupo inicial de diez, incluidos ellos, los que se autodenominan “Club de Amigos del Surf”, con la firme convicción de organizar un Campeonato Nacional de Surf y Body Board, 1990.

Sin embargo, a poco andar -ante el creciente entusiasmo de deportistas y marcas- éstos sugieren que la convocatoria sea Internacional y, ante ello, así se acuerda. Se realiza un afiche a cargo de profesionales que colaboraron gratuitamente, como a dos modelos, de igual forma y tras su impresión se difunde a todo el país y, al exterior, a través de Sernatur, como también las marcas que comprometen auspicios y patrocinios: Mormaii, Gul, Redley, Town & Country, Banana Board, Diario La Tercera.

La historia que vino después ya la hemos escrito muchas veces (*) y, ahora solo recordar a los ganadores de los primeros campeonatos nacionales abiertos -de 1986 Ricardo Thompson (Q.E.P.D.), de 1987 Claudio Izzo- y a los cinco ganadores de los Campeonatos Internacionales de Surf y Body Board: 1990 Roni Ronaldo (Brasil), 1991 Roberto Meza (Perú), 1992 José De Coll (Perú), 1993 Santiago Di Pace (Argentina) y 1994; como a parte de los pioneros pichileminos y figuras destacadas posteriores, como hombres y mujeres.

Ya vendrán otra series dedicadas a los que siguieron, sus principales figuras -en damas y varones- como los detalles de los primeros campeonatos.

Basquetbolistas
La práctica de deportes es una de las actividades más recomendables para mantenerse saludables. Esta verdad, era una de las tantas máximas que aprendían los educadores de antaño -que provenían de las Escuelas Normalistas- formadoras de los maestros, profesores de antaño.

Y, no obstante, a los escasos medios de que disponían, se esforzaban para introducir la práctica de deportes. Fue así, como en las décadas de los ’30, ’40 y hasta los ’50, Pichilemu tuvo un sano auge en la práctica de deportes, distintos al fútbol.

Primero en las escuelas públicas de niñas y niños -cuyas edades eran entre los 14, 15 y 16 años, las mayores- para posteriormente, esas mismas alumnas y alumnos, al amparo de los clubes deportivos existentes, disputaran encuentros en básquetbol, ya en etapa más adulta. Incluso, recibían a otros equipos de ciudades cercanas.

Esos clubes fueron el Club Deportivo y Cultural “Arturo Prat” y el Club Deportivo “Unión Pichilemu”.

En la fotografía principal que presentamos, el equipo corresponde a su etapa escolar -simpatizantes de ambos clubes- Olga Iturriaga Maturana, Norgia Trepat, Nelly Valdivia, NN, una de las hermanas Bradley Cerón y Clarisa López Gaete.

En tanto, en las fotografía secundaria, se aprecia -a la derecha- a María Carreño, Ana López Gaete, Norma Álvarez Jorquera, Uberlinda Arias Cáceres, Bernardita Leyton Tobar.

Ramón Navarro Rojas (1979), es el mayor exponente en el surf pichilemino hasta el momento, especializado en correr olas grandes en todo el mundo, especialidad que le ha permitido viajar a varios campeonatos internacionales, apoyado por diversos sponsors.

Su carrera la inició a los 13 años con tabla y trajes de segunda mano, convirtiéndose en poco tiempo en un surfista de proyección, lo que demostró en diversos campeonatos nacionales, constituyéndose en campeón de varias versiones.

Un año antes de terminarse la década del ’90 decide vender su tabla y viajar con su amigo y surfista Diego Medina, estableciéndose en California donde trabaja duramente hasta reunir recursos y viajar a Hawaii, donde junto con conocer a las leyendas del surf y la cultura de la isla, conocida como la cuna de ese deporte, según lo expresó a la prensa “en ese viaje se dio cuenta de la importancia del lugar donde vivía”.

Luego de un año, regresó al país, donde paralelamente a seguir compitiendo en torneos, estudia cocina internacional.

Para el año 2001, gracias a sus logros deportivos, Ramón se convirtió en el primer surfista profesional del país. Y, al año siguiente, de catorce campeonatos en que participó, ganó nada menos que trece.

El 2004 domó a “La Bestia” de Iquique, una ola de 8 metros temida por los que llegan allí. El 2006 gana el Ceremonial de Pichilemu; y el 2009 participa en el Campeonato Eddie Aikau de Hawaii, el mayor certamen de surf del mundo de olas grandes, obteniendo un 5° lugar, al tomar y surfear la ola más grande del torneo.

Consolidado como surfista profesional, con importantes participaciones en torneos tanto en el país como por el mundo, se constituye en un líder en el medio y en un referente en causas ambientalistas; siendo uno de los impulsores de la creación del Comité de Defensa de Punta de Lobos, luego de que esta playa fuera declarada “Reserva Mundial del Surf” por una organización estadounidense denominada Save the Waves.

El año 2018, el municipio le distingue con el título de “Hijo Ilustre”, tanto por sus méritos deportivos logrados, como por ser un verdadero embajador, representando y llevando orgullosamente el nombre de Pichilemu y Chile por el mundo.